EL ARQUETIPO DE LA CENICIENTA

LAS SIETE EVAS

¿DONDE ESTAMOS SITUANDO NUESTRO VALOR PERSONAL COMO MUJERES?

Como mujer que te has observado e indagado a menudo en tu vida en cómo construir tu propia identidad, sabes la importancia del contexto de nuestra educación y la influencia recibida por parte de nuestra familia y sociedad.

La mujer de hoy  vive conectada a las demandas externas familiares y sociales, pero a menudo aislada ante la falta de vínculos de intimidad emocional.

DONDE ESTAMOS SITUANDO NUESTRO VALOR PERSONAL?

La mujer de hoy no tiene modelos en los que basarse para cultivar valores que la conecten con su esencia femenina, pues ha sido educada y marcada para conseguir los mismos valores que al acercarla a una sociedad igualitaria, la alejaban de la conexión con la  dimensión íntima de su rumbo.

En este contexto muchas mujeres desconectadas de su naturaleza femenina se sienten vacías de autoestima e identidad auto-determinada, olvidando que solo pueden volver a su integridad cuando reconozcan la sabiduría innata y la percepción intuitiva que nos caracterizan.

¿ACASO NO NOS HAN EDUCADO COMO MUJERES QUE DEBEN PENSAR EN LOS OTROS ANTES QUE EN NOSOTRAS MISMAS?

Tenemos la tendencia a des-oir nuestra voz interna y a su vez enfocar nuestra atención en las demandas del exterior viéndonos a menudo en la necesidad de complacer a los otros sin otorgarnos el tiempo que necesitamos para nosotras.

Podemos reconocer asimismo que nos cuesta expresar lo que verdaderamente sentimos, tal vez porque consideramos que nuestras necesidades no son importantes y que podemos vivir sin atenderlas.

De esta manera va haciendo eco en nosotras un sutil malestar que nos cuesta identificar su origen. Este sentimiento está íntimamente relacionado con la pérdida del reconocimiento de nuestro poder intrínseco.

A QUIEN RESPONSABILIZAMOS DE NUESTRA FALTA DE ESTIMA? SOMOS NUESTRA PROPIA MADRASTRA?

El no saber poner límites asertivos nos crea sentimiento de vacío y ausencia de sentido y propósito vital.  Síntomas que nos invitan a mirar y descubrir que es lo que en realidad nos sucede. 

Si responsabilizamos a los demás de nuestra carencia en la valoración que consideramos merecemos, olvidamos que el pilar fundamental comienza con el conocimiento y comprensión de nosotras mismas.  Hemos escuchado en numerosas ocasiones que el amor comienza por una misma.

La compasión es un valor muy asociado a lo femenino por nuestra capacidad empática; nos educan para ser buenas y ponernos en la necesidad del otro porque captamos  su necesidad con  facilidad. El equilibrio está en saber discernir la compasión del sacrificio, es decir reconocer nuestras propias necesidades. 

 Unas de las más importantes es la de reconocer la imagen idealizada que mantenemos ante el mundo de lo que queremos mostrar de nosotras mismas, es decir cumplir con el programa de darnos a los demás como si fuera nuestro papel a representar en el escenario de la vida.

 El hecho de recuperar la mirada interior nos permite recordar lo sagrado que reside en cada una de nosotras,  nuestro valor como mujeres.

La compasión brota de nuestro interior cuando abrazamos nuestras necesidades en todas las dimensiones y somos coherentes con lo que en realidad deseamos y sentimos.

Para llegar a esta compasión y respeto por nosotras mismas  debemos silenciar nuestra respuesta automática cuando alguien nos demanda atención y saber cuando tenemos que decir NO sin temor a que no nos quieran.  Por el contrario si nos mueve el anhelo de servir a la vida, tal vez  nuestra respuesta venga desde el corazón.

Si tu compasión no te incluye a ti misma, es incompleta  Jack Kornfield

 

 

Síguenos en el blog….

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *